
El reencuentro fue emotivo, lleno de lágrimas y sonrisas. Sofía y Gabriel se abrazaron como si nunca se hubieran separado. Este tiempo les había dado la perspectiva que necesitaban. Habían crecido individualmente, pero también sabían que sus caminos estaban destinados a entrelazarse. Decidieron embarcarse en un viaje juntos, no solo físico, sino también emocional. Sabían que el amor no sería fácil, pero estaban dispuestos a luchar por ello. La vida les había mostrado sus retos, pero también les había dado la fuerza para enfrentarlos juntos.