
A medida que Sofía y Gabriel comenzaron a pasar más tiempo juntos, sus diferencias se hicieron evidentes. Mientras ella vivía atrapada en el pasado, recordando un amor que la había dejado vacía, Gabriel luchaba por superar la pérdida de su madre. Sus corazones, aunque rotos, encontraron consuelo el uno en el otro. Sus charlas se volvían profundas, llenas de confesiones y secretos. Poco a poco, las barreras que los separaban comenzaron a derrumbarse. Aunque ambos sabían que no sería fácil, el deseo de curarse juntos los empujaba a seguir adelante.